martes, 30 de junio de 2009

Visita al Estratega

El encapuchado se encontraba en la base meditando cuando sintió la necesidad de visitar a un amigo. Sabía que él podía darle la respuesta que estaba buscando. Se dirigió al cuarderno cuando el gnomo lo detuvo.

—¿A dónde vas?— preguntó aún viendo la herramienta que estaba creando.

—A Terra— contestó el encapuchado y la hada al escucharlo rápido voló hacia él y ambos se teletransportaron hacia allá.

Allí, en lo alto de una montaña donde se podía el gigante reino de Erghbor, la persona que buscaba estaba sentada meditando. El encapuchado hizo aparecer dos espadas en sus manos. La hada voló sobre la persona alarmándolo.

—¿En qué piensas? Aergoth—le preguntó el encapuchado haciendo que se asustara de repente.

Aergoth parecía de que no le diría nada pero luego de un suspiro se recostó de una roca para explicar.

—Mi tropa abandona mis planes. Todo mis sueños por el bienestar de nosotros se han ido por la borda— dijo Aergoth mostrando debilidad.

El encapuchado sólo se limitó a entregarle una espada a Aergoth y comenzaron a combatir.

—Eres un buen estratega— le dijo encapuchado lanzándole un golpe con la espada que rápido Aergoth detuvo con la suya.

—No quiero luchar contigo— le respondió Aergoth.

— No lo haces. Sólo conversas— dijo el encapuchado mientras continuaban debatiéndose.

Continuaron entonces luchando con más soltura pareciendo una conversación de espadas. Cada golpe de la espada era recibida por la otra. Ambos no querian ganar pero tampoco se detenían.

—He venido por una respuesta. Estoy buscando algo que no se lo que es y no se cómo llegar—le dijo el encapuchado.

—¿Entonces porqué lo buscas?— preguntó Aergoth.

—Porque siento la necesidad de llegar a él. Es algo que me llama e inspira.

—Para todo destino hay un camino.

—No creo que lo que busco tenga un camino.

—Para todo destino hay un camino— repitió Aergoth— y es cierto que no hay camino. Si tu destino estuviera al otro lado de un precipicio no tiene un camino pero puedes crear un puente.

En encapuchado se quedó pensativo pero continuó luchando.

— ¿Y qué hago para reconocer el camino y el destino?—preguntó el encapuchado.

—El camino hacia el mar es el río— le respondió Aergoth—El destino del río es el mar. Si lo que buscas te llama y te inspira, ese es el camino. El destino entonces debe ser la inspiración, una fuente de inspiración, que te habla y quiere de tí algo.

—¿Qué?— preguntó el encapuchado dejando de luchar.

—Por ahora que llegues a ella— dijo Aerogth y soltó la espada.

Ambas espadas se desvanecieron y la hada voló hacia el encapuchado. Ambos se hicieron una reverencia.

—Eso era lo que buscaba— le dijo el encapuchado— Ya encontré la respuesta.

—Yo—dijo Aergoth conteniendo su voz— también he encontrado mi respuesta.

—¿Qué vas a hacer?

—Seguir mi camino solo. No debo responsabilizar los golpes de mi espada a otro.

El encapuchado se dirigió a recoger su cuaderno para regresar cuando Aergoth lo detuvo.

—¿Por qué no muestras tu rostro?

—Porque mi rostro no pertenece a los recuerdos de este mundo— dijo el encapuchado y despareció con la hada.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2009© #6


lunes, 29 de junio de 2009

La Esencia de la Duda


El encapuchado se encontraba atrapado en una pesadilla. En este, Miedo le repetía continuamente: "Eres débil y pronto el fuego con que has iniciado volverá a extinguirse"... "Tu no puedes conmigo"..."Yo soy tu realidad"...

Se levantó de un salto. Al mirar al alrededor notó que la pesadilla le había afectado. No veía las cosas como normalmente lo hacia y entendió rápidamente de quien se aproximaba.

—Ohh no. Tú no aparecerás aqui— dijo agarrando rápidamente su cuaderno y corriendo hacia su base.

De camino se encontró con el gnomo que estaba recogiendo rocas. Al ver la cara del muchacho el gnomo corrió junto a él y luego se le unió la hada. Al llegar a la base se puso su túnica y se encapuchó. En ese momento, parecía que todo se oscurecía.

—Duda— dijo secamente el encapuchado cuando surgió de la nada entre sombras un ser con un rostro horripilante.

El sólo ver su rostro te hacia considerar si realmente creías en algo. Ese ser, no tan oscuro como Miedo se mantenía frente a él jugando con la mente a travé de su mirada. El encapuchado entendió rápidamente su presencia.

—Es cierto— dijo rápidamente el encapuchado— mi solo querer volver no hará que permanezca en este camino.

—¿Qué te pasa?— preguntó el gnomo tratando de hacerlo reaccionar— Sabes que estas sometido al estado de Duda. ¡Pretende detenerte en el camino! ¡Es uno de los malos!

—Te equivocas— respondió el encapuchado— duda es como la goma del lápiz. Te permite borrar trazos que puedes hacer mejor. Sólo debemos estar pendientes de no borrar un trazo perfecto e indispensable en la obra. Por esto te permite borrar limitaciones de una certeza imperfecta y te lanza hacia nuevos horizontes. Por ello, si quiero perseverar en mi misión debo hacer más que quererlo.

Al haber dicho esto, el gnomo se quedó callado pensando en ello. En eso Duda, se volteó y desapareció.

—Entonces, ¿Duda no es uno de los negativos?— le preguntó el gnomo.

—Es neutral, Tan indispensable como todos los demás—dijo y se volteó para empezar limpiar la base.

—¿No es extraño que no atacara y se permaneciera inmóvil?—cuestionó el gnomo—Es como si quisiera anunciar algo.

A tales palabras el encapuchado permaneció pensativo.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2009 © #5




domingo, 28 de junio de 2009

Voces de lo Desconocido


El encapuchado había arreglado aquel lugar que anteriormente estaba perdido entre malezas. Había notado que las plantas, que una vez había sembrado formando los cimientos de su base, habían crecido y que poco crearían el hogar de su ser. El gnomo se encontraba preparando herramientas con objetos que encontraba entre los escombros. La hada se encontraba enseñando a las aves cantar y volar. Entonces escucharon que algo se aproximaba de entre las malezas. El encapuchado y gnomo rápido se alarmaron para percatarse de que se trataba de un perro.

—¡Solo!— exclamó el muchacho y corrió hacia el perro para acariciarlo.

El perro comenzó a menear la cola y a jugar con el muchacho. Entonces, se percató que se acercaba otra persona de entre las malezas. Era un joven de su edad y el encapuchado rápido se quitó sus túnicas.

—¡Tim!¡Volviste!— dijo el encapuchado ya sin la túnica y con ropa normal— ¿Cómo te ha ido en todo este tiempo?

Tim invitó al encapuchado a una salida y el muchacho decidió tomarse un descanso e ir. Volver a su vida normal le traía recuerdos. Dar viajes sin un destino preciso era la mejor parte de las salidas con sus amigos.

Era de noche, y los caminos eran oscuros. Apenas la luminosidad de su transporte alumbraba los bosques que emitian un aire de tenebrosidad. Sin embargo, el encapuchado sentía una attración por esa oscurido. Parecian decirle algo en el silencio.

—Coje la ruta oscura—le dijo el muchacho a Tim casi como una orden.

Tim extrañaba aceptó y condujo por una ruta casi desconocida por el. La ruta era muy oscura y apenas se veía lo que los focos alumbraban. El encapuchado permanecía esperando que ocurriera algo cuando Tim tomó la entrada equivocada. La ruta los alejaba cada vez de lo conocido y el encapuchado cada vez se sentía más alegre. Estar perdido daba la sensación de aventura, era un acto de creación, pues estaban construyendo un camino hacia algo conocido. Pronto Tim y sus compañeros descubrieron que estaban perdidos y querían detenerse para regresar.

—No se detengan— dijo el encapuchado— yo se donde estamos.

—Jeje esas palabras ya las conozco— avanzó a decir Tim— estamos perdidos.

—Sigan adelante, ya llegamos hasta acá. Intentar regresar estando ya perdidos te deja como quiera en el mismo lugar.

— Espero que esta ruta nos lleve de regreso— le dijo Tim.

—Descuida, todos los caminos te llevan a algo conocido. Sólo se debe continuar.

Al cabo de un tiempo entre caminos oscuros justo como había dicho encontraron el camino de regreso habiendo aprendido una nueva ruta en la plena noche. De regreso en su casa, el gnomo se apareció de la nada al encapuchado. dándole un susto.

—Al parecer le diste una lección a tus amigos— le dijo el gnomo recostándose de la pared.

—No entiendo porque la gente teme perderse. Al uno perderse sólo nos queda encontrar—dijo el muchacho y se recostó para dormir satisfecho por la salida.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2009© #4


viernes, 26 de junio de 2009

Buenos y Malos Recuerdos

La teletranportación del Encapuchado lo llevo a un lugar muy preciado por él. Consistía de un conjunto de árboles solitarios donde él había establecido lo que el llamó una base. Desde allí podía ver un gran paisaje y el viento hacía del mismo un ambiente agradable. Estaba todo perdido pero aun poseía recuerdos de como era antes. Al ver el lugar, el Encapuchado se quitó su capucha dejando que el viento refrescara su joven rostro. En ese momento apareció el gnomo de entre las malezas sonriendo.

—Recuerdas este lugar, ¿verdad? Llegando a este sitio fue que te dije tu propósito— le dijo el gnomo recostándose de una de las malezas.

Entonces apareció la hada y voló hacia él tan alegremente como siempre. El muchacho sonrió al verla danzando por el aire. Ese lugar lo había llenado de alegría a pesar de lo descuidado que estaba.

—Sabes quisiera pedirte algo— le dijo el gnomo.—¿Por qué no nos dibujas aunque sea por esta vez?

—No, no creo poder ser capaz de hacerlo—dijo el muchacho algo temeroso.

El gnomo bajo el rostro por un momento.

—No te preocupes, no es nada, ¿por qué no mejor arreglamos este lugar?— le preguntó el gnomo y rápidamente sacó unas herramientas que habían creado anteriormente y se encontraban perdidos en la maleza.

El muchacho, que una vez se había quitado la túnica, comenzó a no sentirse bien desde la antigua petición. Reconocía que podía dibujarlos pero prefería abstenerse y el sentimiento que este le causaba llamó a una presencia que ellos conocían. Una sonrisa loca surgió desde unos árboles bastante lejos

—Creí que jamás ibas a volver— dijo una voz de locura.

—Miedo— dijo el muchacho cuando en el instante la presencia del ser apareció tras él.

— ¿Por qué aparentas tal regreso si sabes que huirás de nuevo? Eres débil y pronto el fuego con que has iniciado volverá a extinguirse— mencionó el ser Miedo a la vez que lanzó al muchacho al suelo con sus garras y emitiendo su sonrisa que producía temor.

—Deja al muchacho en paz. El ha vuelto porque sabe en su interior que es definitiva y necesaria su presencia—le gritó el gnomo tomando una posición ofensiva con su palo.

Miedo escuchó algo molesto al gnomo y luego miró al muchacho.

—Nada es definitivo y necesario— le dijo Miedo y sonrió a la vez que comenzar alzar su mano y comenzaron a surgir del suelo criaturas parecidas a insectos de gran tamaño.

Las criaturas comenzaron a lanzarse hacia ellos atacando con toda furia. Miedo aprovechó para lanzarse a toda prisa contra el muchacho aun en el suelo con la intención de despedazarlo con sus garras. El muchacho rápidamente se volteó y se levantó. En ese momento una de las criaturas parecida a una hormiga corrió hacia él con las pinzas abiertas y rápidamente agarró una piedra del suelo y golpeó la cabeza y esquivándolo mientras corría. Se dirigió hacia el cuaderno pero los insectos no lo dejaron llegar a él. Al ver esto, el gnomo, que estaba peliando desde entonces, agarró uno de los palos más gruesos del suelo y se lo lanzó al muchacho. Al mismo tiempo, la hada que estaba luchando con una cucaracha de su tamaño voló y agarró el cuaderno dirigiéndose entonces hacia el muchacho.

Al ver esto, Miedo intentó agarrar el cuaderno pero el muchacho lo golpeó con el palo fracasando el intento de Miedo. Entonces la hada le tiró el cuaderno al muchacho quien lo agarró y rápido fue a la página donde habian armas dibujadas. Entonces en su mano apareció una gran espada y el gnomo obtuvo un arco y flechas a su disposición y a la hada parecieron cubrirseles las manos en llamas. Acto seguido comenzaron a pelear contra los insectos con mayor eficacia hasta eliminarlos completamente desvaneciéndose en sombras. Entonces el muchacho corrió con su espada para atacar a Miedo y este detuvo la espada con sus garras. Miedo intentó desvanecer la espada como en otras ocasiones había podido hacer con otras creaciones del muchacho pero no pudo. La espada parecia muy sólida por lo cual Miedo sonrió.

— Tu no puedes conmigo. Yo soy tu realidad— le dijo Miedo y se desvaneció en sombras.

Los tres cayeron exhaustos al suelo .El gnomo aun no podía creer lo que había presenciado con las armas. Sabía muy bien lo que eso significaba pero prefirió mantenerse callado. El gnomo siempre guardaba secretos. El cansancio pareció habersele quitado y el muchacho agarró el cuaderno comenzando a hacer trazos e hizo lo que le había pedido el gnomo. En este, aparecían los tres aunque no tenía ningún fondo. Era el primer dibujo que hacía de ellos de las tantas imágenes entre textos que había hecho el muchacho de las aventuras. El gnomo y la hada fueron hacia el cuaderno a verse plasmado por primera vez en las páginas del libro. El muchacho aprovechó para ponerse su túnica pero sin la capucha.

— Tu imágen quedó muy bien— le dijo el gnomo.—No entiendo porque en un principio no la querías hacer.

—Yo siempre supe que podía hacerlo— le dijo el muchacho sentándose— pero como ves, jamás pude dibujar su verdadera grandeza y esencia. Mis temores eran infundados. Jamás podré dibujar su realidad.

Entonces el muchacho se levantó pero sin tomar el cuaderno.

—¿Qué vas a hacer?— le preguntó el gnomo algo dudoso.

—Arreglar este lugar. Esta hecho un desastre.— le dijo el muchacho.

El gnomo sonrió.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2009© #3



jueves, 25 de junio de 2009

El Rostro de una Definitiva Elección


La teletranportación del encapuchado lo condujo a un pequeño pueblo de campesinos medievales. El haber llegado allí no le producía tanta alegría puesto que había permanecido anteriormente en dicha forma de vida creciendo y produciendo su vitalidad pero a la vez olvidando su propósito y sueños.
En pocos instantes de haber llegado estaba explorando el lugar. Comenzó observando y estudiando la biodiversidad de especies que habían en las áreas no aradas. Luego comenzó a observar las técnicas de cultivos de los agricultores cuales les parecieron contraproducente. Comenzó a preguntarse qué hacia allí cuando de una esquina apareció una hada que el muy bien conocía.
—¿Para qué llegué aquí?— le preguntó a la hada sabiendo que la misma no le contestaría puesto que nunca la ha escuchado.
Mientras veía la hada danzar por los aires, se percató entonces de algo que jamás había esperado ver. En una de las casas, se podía ver de la ventana a una mujer cuya belleza jamás había presenciado. De esa bellezas que emiten una energía que no entendemos pero si sentimos. Entonces recordó que la hada siempre aparecía en las ocasiones donde se encuentra con la Inspiración.
Rápidamente sacó su lápiz y abrió su cuaderno. Comenzó a trazar lentamente los elementos de tal belleza. Los trazó tal cual los había visto y al final se llevó una decepción. El dibujo no emitía la misma belleza de la mujer que veía. Empezó a recordar desde cuando habia abandonado el dibujado cual fue su primer talento y se alejó al bosque.
Allí se sentía decepcionado, perdido y consigo mismo pidiendo algo que no entendía. Dió una caminata sin rumbo y luego comenzó a meditar mientras veía a la hada volar. Estuvo así durante un tiempo, hasta que decidió ver el dibujo que había hecho. El misterio de los dibujos es que mientras uno los ve prolongadamente uno empieza a verlos diferentes. Eso estaba experimentando el encapuchado, su dibujo cada vez parecía más perfecto a lo que estaba esperando. Ya su belleza no era sólo extraña sino que también única. Comprendió entonces que la función de estar allí y la función de la misma muchacha era reflejar en el papel una belleza que sólo habia visto borrosamente en el corazón. Se alegró entonces y pasó la página.
—Sé que te llegaré a ver algún día porque definitivamente eres tú— se dijo el encapuchado recordando el dibujo de la mujer— Solo debo de seguir trazando mi camino.
Acto seguido se teletransportó. La hada sonrió al escuchar las palabras del encapuchado puesto que sabía a lo que se refería. Se estaba dejando guiar por las señales.
Por Angel Yamil Ortiz Torres 2009 © #2


El Retorno del Encapuchado






Andaba el encapuchado con su cuaderno sobre las rocas de un acantilado. Permanecía quieto y sombrío ante un paisaje verde. Su cuaderno, la herramienta de sus aventuras, lo mantenía cerrado desde hace mucho tiempo. Sabía que debía abrirlo y continuar la creación por la que fue encomendada pero se le dificultaba abrirlo. El sólo pensarlo parecía darle miedo. Mientras continuaba en su indecisión, un gnomo muy conocido por él se le acercó.


—¿Todavía no quieres abrirlo?— le preguntó el pequeño amigo.


—No creo poder abrirlo— dijo el encapuchado—creo haber perdido la capacidad para ello.


—Jamás se pierde una habilidad tan atada a tu alma—le dijo el gnomo acercándose a él— Sólo lo sepultas con tus temores e inseguridades.


A continuación el encapuchado pareció no escucharlo y el gnomo lo empujó hacia el acantilado.


— Ya era momento de que te lanzaras al precipicio y demostraras tu razón de existir— dijo el gnomo mientras caminaba hasta perderse de vista.


      Cayéndose por el precipicio, el peligro pareció liberarlo de las cadenas de tedio y rutina que no le permitían abrirlo. Mientras caía, comenzó a sentir la vida y se llenó de alegría. Entonces abrió el cuaderno y antes de que su vida culminara en un trágico desenlace, el encapuchado se teletransportó hacia su nueva aventura.



Por Angel Yamil Ortiz Torres 2009 © #1
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