viernes, 24 de septiembre de 2010

Prólogo de un Reino Antiguo

Es evidente que la vida es continuo crecimiento. De hecho, el término vida nos implica a su vez muerte. En mi opinión, nuestro crecimiento se debe al ciclo de vida y muerte a través del camino. Es decir, si queremos una mejor vida debemos renunciar a la antigua. Sin embargo, cuando se aproximan los eventos del posible cambio, una guerra se debate entre su camino y uno mismo. Sólo se debe impulsar el cambio.


Así, en un antiguo reino, la sombra de un encapuchado se comenzaba a rumorear. Ahora bien, toda la atención del reino no se encontraba en los reyes ni en su familia, ni mucho menos en este encapuchado sino en la leyenda que estaba naciendo.


En este reino, vivía una princesa. No se encontraba encerrada en un castillo pero secretamente privada de elegir ese ser que la acompañaría el resto de su vida. Puesto que el mundo conspira continuamente buscando la unión y concediendo los sueños de los corazones con valor, las casualidades la condujeron a conocer un bardo. En consecuencia, se enamoraron perdidamente el uno del otro. Nadie puede ignorar el amor ya que quien lo experimenta descubre parte de su realización y felicidad. Antes bien, está claro que para amar verdaderamente el mundo pone trabas y hace parecer imposible. Así pues, su amor no fue aprobado por los reyes debido a su condición material por lo que la sombra del encapuchado fue invocada al amanecer. Como el nacimiento de un día, el encapuchado, la dama, el gnomo y la hada aparecieron a través de un portal pues su cuaderno los guiaba.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #25

No hay comentarios: