—Sólo es una pesadilla— intentó calmar al encapuchado lo cual no logró y quien con furia lanzó el cuaderno y comenzó a quitarse su túnica.
—Ya déjenme sólo, yo no puedo hacer esto— gritó en llantos el encapuchado tratando de quitarse algo que no podía.
—¡Ya cálmate! Tu naciste para esto y debes realizar tu misión.
—¡No! No puedo, no sirvo para esto, sólo fue una decisión equivocada.
En esos momentos, el viento se tornó fuerte y nubes opacaron la luz del cielo. Un estruendo fuerte reventó a su lado. El miedo lo hizo alejarse hacia el otro lado mientras pareció escuchar la voz del Árbol Eterno dentro de sí.
—¡Dirigete hacia a mi ahora!— escuchó en sus adentros.
El gnomo pareciendo haber encuchado esas mismas palabras le dio con una mirada de autoridad el cuaderno al encapuchado. Este sin ganas lo cogió y se dirigió al árbol. Cuando se llevo se topo con un lugar perdido en malezas, el Árbol Eterno parecía haber cambiado.
—¿Qué te sucedió?— preguntó al encapuchado.
—¿Acaso no te das cuenta? Abandono, he caído en el abandono, apenas me visitas que no notaste los cambios por venir.
El encapuchado se desplomó en el suelo frustrado.
—No le he cumplido nadie.
—A quien no has cumplido es a ti mismo, ¿lo olvidaste? somos gracias a ti algo. Ahora vuelve a donde te quedaste—le ordenó el Árbol en un tono molesto.
En esos momentos apareció el gnomo con la Dama. El gnomo había ido a buscarla desde entonces. El encapuchado solo siendo dirigido por las palabras del árbol. Abrió el cuaderno y creó un portal. Sin decir palabra alguno entró en él y la Dama y el gnomo tuvieron que correr para entrar. Llegaron a una isla donde el encapuchado siguió caminando sin esperarlos.
—¿En dónde estamos?—preguntó la Dama.
—En donde detuvo su obra. Aquí fue donde todo comenzó.
—No comprendo, ¿qué me quieres decir?
—Todo lo que estas viendo es su creación. Sin embargo, tuvo que detener su obra y su misión quedó a medias. Ahí se alejó y su vida tomó otro curso— le contó el gnomo.
—Sinceramente no comprendo nada de lo que decís— le dijo la Dama intentando sinceramente en comprender.
—Entonces deberás ver por tí misma lo que sucedió.
Caminaron más adelante y al cabo de un rato se encontraron el cuaderno solo. El gnomo se lo dio a la Dama.
—Necesita tiempo, el mismo que mientras lo busquemos tu comprenderás lo que sucede bajo estos mundos— le dijo el gnomo y continuó caminando.
La Dama sin comprender continuó.
Por Angel Yamil Ortiz Torres © #28
No hay comentarios:
Publicar un comentario