martes, 11 de enero de 2011

La Invocadora

Se encontraba la Dama sola en el Lago. El gnomo ya llevaba tiempo en que se había desaparecido de allí dejando el cuaderno frente a ella. Ella lo miraba de reojo cuando acordó, al retumbarse los árboles de allí, que debía reunirse con la guía. Recogió el cuaderno y lo guardó para luego emprender una travesía a las montañas.

La guía se encontraba allí junto a otros aglomerados frente a ella. El verla llenó a la Dama de esperanzas. Deseaba para sí misma acabar sus conflictos que la hacían sentir atada y volver a la Armonía de la cual se sentía alejaba y le aterraba las consecuencias a esto. La guía comenzó su discurso.

— Todo aquello diferente a nosotros, a lo literalmente establecido esta incorrecto y se irá a los infiernos—dijo la guía y todos asintieron.

En esos momentos pareció la Dama escuchar en sus adentros la voz del gnomo.

"Pero existen los simbolismos y los ecos de lo que no vemos a simple vista."

La Dama intentó silenciar la voz interna y seguir oyendo.

—Debemos temer al castigo de alejarnos de El. La tentación recorre alrededor de nosotros y pretende alejarnos de una vida sacrificada para lograr salvarnos.

"Vivir en temor es alejarnos de la Armonía. Los seres como los que has visto se alimentan de los que son regidos bajo los engaños de Miedo."

La Dama se notó entonces incomoda con sus voces.

—Debemos agarrar nuestros palos y atacar a los Demonios que los quieren alejar de aquí.

"El mal nunca acaba, ensucia las manos de quien lo intenta matar pues se torna su esencia. Los demonios quieren destruir pero su misión es ser afrontados y vencidos. El vencedor crece y purifica su Luz."

La Dama ya se encontraba sumamente molesta por las voces y había fruncido el ceño. La guía la vio y se dirigió hacia ella.

—Tú, ¡debes de dejarlo! Es oscuro y serás castigada porque no le agrada a El— le señaló la guía.

La Dama recordó todo lo vivido y prefirió dar caso omiso pero la Guía insistió con sus palabras y rudeza. La Dama comenzó entonces a sentir que perdía el control de su cuerpo y en un fuerte jamaqueo su cuerpo comenzó a temblar. La Dama comenzó a llorar descontroladamente bajo la imponente fuerza que jamás había sentido. No era una experiencia que le hiciese sentir alegría sino temor y tristeza. Ese temor lo entendió como un mensaje de El y decidió acceder.

Estando más tranquila llegó al Lago y buscó el cuaderno. Con determinación abrió un portal y llegó directamente a la Isla donde se encontró al encapuchado de frente. La Dama le entregó el cuaderno y le contó su experiencia. El encapuchado intentó todo pero ya nada era posible. Ella había tomado una decisión.

— Adiós, ustedes son grandes personas realmente— se despidió la Dama y tras tocar el cuaderno abrió un portal y regresó al Lago.

Por Angel Yamil Ortiz Torres © #32



domingo, 2 de enero de 2011

Cayendo


Se encontraba la Dama cayendo por precipicio. El gnomo seguía tras ella un poco más arriba. El corazón de la Dama se encontraba acelerado y el miedo se apoderó de ella.

—¡Abre un portal!— le gritó el gnomo lo que le retumbó sus oídos.

Sin embargo, ella no estaba pensando en qué debía hacer sino en qué le estaba sucediendo. Esto la desesperó y no podía pensar en nada más que no fuera en las circunstancias. Entonces pareció detenerse el tiempo y la caída iba muy lentamente. Las palabras del gnomo seguían repitiéndose en su cabeza mientras que su voz interior aceleraba sus latidos y pedía a gritos no estar en esa situación. Esas voces que le anunciaban la muerte próxima fueron luego callándose a medida que descendía lentamente. Su mente y razón comenzaron a volver. Meditó que ya nada más podía hacer que no fuese abrir un portal con el cuaderno y decidió entonces sintiéndose presente en sí misma alcanzar el cuaderno. Una vez extendió el brazo para alcanzar el cuaderno, el tiempo comenzó a aumentar gradualmente. Al tener el cuaderno en sus manos abrió un portal casi al momento y ambos cayeron sobre este.

El portal los llevó hacia el Lago donde cayeron ambos en el suelo. La Dama comenzó a llorar por el susto y el gnomo intentó ayudarla a levantarse cuando ella lo empujó con una mezcla de dolor y coraje.

—¡Aléjate! Intestaste matarme— le gritó la Dama en lágrimas.

—No es cierto. Intenté salvarte y enfrentarte a tus temores propios.

— No quiero verlos más. ¡Lárgate!

El gnomo entonces bajó su mirada con tristeza y asintió.

—Me iré pero no me puedo llevar el cuaderno y debo advertirte, una vez ya has conocido los enigmas y las esencias, tus ojos podrán ver más allá— le dijo el gnomo con las voz aguantada.

—¡Largo!— volvió a gritar en lágrimas la Dama.

El gnomo con los ojos llenos de lágrimas asintió nuevamente y se fue corriendo de allí.

Por Angel Yamil Ortiz Torres © #31