Se encontraba el gnomo y el encapuchado siguiendo en dirección hacia donde aparentemente se había visto la hada volar. El encapuchado se sentía muy esperanzado de encontrarla y se movía velozmente entre los campos y bosques que cruzaba. Pronto perdieron el rastro de la hada nuevamente y el encapuchado gritó de coraje por su frustración. En ese momento se desplomó en el suelo y el gnomo se dirigió hacia él.
—Tranquilo, pronto la encontraremos— le dijo el gnomo recostando su mano sobre él— La hada siempre vuelve y volverá.
—No en estas circunstancias, no como estoy...—se dijo el encapuchado— Estoy siendo presa fácil para los entes oscuros gracias a las emociones que estoy emitiendo.
—Es que eres muy obstinado y pretendes resolver todo a la ligera. Todo en la vida es un proceso, un cambio para algo mejor. Por ahora— dijo el enano mientras se levantaba y lo invitaba a que se animara— lo mas importante es que te pongas de pie. Hay una misión que debes cumplir.
—¡Estoy harto de esta maldita misión! Lo único que hago es repetir las mismas caídas para levantarme nuevamente. No se ha logrado más nada.
Entonces las brisa empezó a mecer toda la naturaleza a su alrededor y el ser femenino que se le presentó anteriormente llegó frente a él con la belleza natural de su ser. Esta vez la pudo apreciar en detalle. Llevaba puesto un traje blanco resplandeciente que fluía junto al viento. Su pelo oscuro contrastaba totalmente la luz que irradiaba su presencia. El rostro maternal de esa mujer poseía en un lenguaje inexplicable sabiduría. Ella sonrió mientras de acercaba a él.
— Suelta todo por estos momentos— le dijo la mujer— Sabes que el pasado no va volver. Si te sigues empeñando en ello, seguirás fracasando nuevamente. Estas constantemente reviviendo los fracasos del pasado.
El encapuchado sacó su cuaderno y fue a repasar su contenido. La mujer puso sus manos sobre el cuaderno e hizo que este le prestara atención.
— Todo tiene su tiempo y razón. Sientes mucha presión porque conoces tu labor pero olvidas que debes actuar en respuesta a tu inspiración y las señales que te da el mundo— le dijo la mujer y luego hizo una pausa— Toma tu tiempo para contemplar y encontrarás significado a las cosas. La sabiduría no es una respuesta fija e inamovible. Es en sí una constante evolución y movimiento. Caminar hacia lo que buscas es lo único sensato. Lo demás es estar consciente de los pasos.
El encapuchado había entendido el mensaje y se levantó. La mujer sonrió y volteó para alejarse pero antes se detuvo para anunciarle algo.
— La persona a quien conoces pero no la conoces anda buscándote. Esa que llevas guardada en tu cuaderno— le anuncia la mujer— recuerda estar pendiente a las señales que el mundo te dará.
Ya habiéndose ido la mujer, el encapuchado cierra su cuaderno y se levanta para irse. El gnomo entonces comienza a seguirlo.
—¿Cuál es el destino?— pregunta el gnomo.
—Descansar por unos momentos y meditar un rato— le dijo el encapuchado mientras subían una loma.
Por Angel Yamil Ortiz Torres © 2011 #36
Camina seguro de que lo conseguirás y sumergete en un plano irracional donde podrás alcanzar lo que una vez creíste inalcanzable.
miércoles, 12 de octubre de 2011
jueves, 30 de junio de 2011
Búsqueda de su Hada
El encapuchado se teletransportó a la base junto con el gnomo. El lugar se encontraba abandonado como siempre solía terminar. Sin embargo, había algo cambiado en aquel lugar. Todo allí había crecido y entre las malezas se podía apreciar la belleza de un proyecto que había comenzado. Los cantos de las aves entonaban el lugar y la brisa fresca jamás abandonaba el deleitar a quien se dejaba acariciar por ella.
El gnomo fue a recostarse de un árbol pero considero la muy mala idea que esto era debido a que las malezas lo tapaban. El encapuchado al ver esto se dio a la tarea se arreglar el lugar junto al gnomo. Luego de un largo rato, la base había mejorado notablemente de como se encontraba. Una vez estado así, el gnomo se fue a recolectar materiales para sus inventos y el encapuchado se sentó a revisar su cuaderno.
Sabia que debía seguir adelante y continuar su misión dejándose guiar por su interior debido a que el exterior sólo era una ilusión del pasado. No obstante, mientras su determinación crecía existía un engaño dentro de sí y este a la vez se volvería realidad. Ya sabía que la dama no volvería por lo que ahora se dirigiría a recuperar a ese ser que lo ha acompañado siempre que se envuelve de inspiración y el sonar de sus alas motivan su andar. Necesitaba recuperar a su hada y su cuaderno era la única esperanza para encontrarla.
Hojeaba las hojas del cuaderno cuando se topó con un dibujo de ella. Entonces intentó llegar a ella utilizando un portal que creo hacia su aparente destino y al entrar se encontró en la nada. El encapuchado entonces se sintió frustrado y se sentó. No parecía ser tan fácil como creía poder retornar por su propia cuenta a su destino. Entonces de la nada volvió aparecer junto a él el ser de Luz que le había hablado anteriormente.
—Buscas algo que ya posees— le dijo el ser femenino.
—No la poseo, la hada no puedo encontrarla, posiblemente al perder la inspiración ella se fue.
— La inspiración es algo que se crea dentro de tí y tu puedes crearla también.
—No se como hacerlo.
—Regresa a tu base crea tu propia inspiración.
El encapuchado se encontraba molesto por la petición del ser femenino pero volvió a la base. Una vez allí, buscó el por qué estar inspirado y fue entonces cuando comenzó a recordar lo bien que se sentía cuando seguía sus sueños. Todos esos recuerdos llegaron al interior del encapuchado cuando el gnomo le interrumpe su estado.
—Creo haber visto la hada a lo lejos— le dijo el gnomo algo contento.
Pero más contento se encontraba el encapuchado que al gnomo anunciarlo se lanzó junto con su amigo en la búsqueda.
Por Angel Yamil Ortiz Torres © 2011 #35
El gnomo fue a recostarse de un árbol pero considero la muy mala idea que esto era debido a que las malezas lo tapaban. El encapuchado al ver esto se dio a la tarea se arreglar el lugar junto al gnomo. Luego de un largo rato, la base había mejorado notablemente de como se encontraba. Una vez estado así, el gnomo se fue a recolectar materiales para sus inventos y el encapuchado se sentó a revisar su cuaderno.
Sabia que debía seguir adelante y continuar su misión dejándose guiar por su interior debido a que el exterior sólo era una ilusión del pasado. No obstante, mientras su determinación crecía existía un engaño dentro de sí y este a la vez se volvería realidad. Ya sabía que la dama no volvería por lo que ahora se dirigiría a recuperar a ese ser que lo ha acompañado siempre que se envuelve de inspiración y el sonar de sus alas motivan su andar. Necesitaba recuperar a su hada y su cuaderno era la única esperanza para encontrarla.
Hojeaba las hojas del cuaderno cuando se topó con un dibujo de ella. Entonces intentó llegar a ella utilizando un portal que creo hacia su aparente destino y al entrar se encontró en la nada. El encapuchado entonces se sintió frustrado y se sentó. No parecía ser tan fácil como creía poder retornar por su propia cuenta a su destino. Entonces de la nada volvió aparecer junto a él el ser de Luz que le había hablado anteriormente.
—Buscas algo que ya posees— le dijo el ser femenino.
—No la poseo, la hada no puedo encontrarla, posiblemente al perder la inspiración ella se fue.
— La inspiración es algo que se crea dentro de tí y tu puedes crearla también.
—No se como hacerlo.
—Regresa a tu base crea tu propia inspiración.
El encapuchado se encontraba molesto por la petición del ser femenino pero volvió a la base. Una vez allí, buscó el por qué estar inspirado y fue entonces cuando comenzó a recordar lo bien que se sentía cuando seguía sus sueños. Todos esos recuerdos llegaron al interior del encapuchado cuando el gnomo le interrumpe su estado.
—Creo haber visto la hada a lo lejos— le dijo el gnomo algo contento.
Pero más contento se encontraba el encapuchado que al gnomo anunciarlo se lanzó junto con su amigo en la búsqueda.
Por Angel Yamil Ortiz Torres © 2011 #35
martes, 7 de junio de 2011
Las Entes de Luz
Se encontraba el encapuchado frente a las dos entidades femeninas de Luz. Su Luz era muy potente que apenas podía verlas bien. Entonces una dejó de emitir su Luz.
—¿Son ángeles?— preguntó el encapuchado.
—La realidad es que me conoces mas aun no comprendes— le respondió quien había dejado de emitir Luz—No soy un ente como los oscuros, pero mi camino se encuentra con el tuyo y he acudido a brindarte mi sabiduría.
—Entonces eres la Sabiduría—le dijo el encapuchado— Sólo debo crear un puente a lo que quiero, iré al pasado y repararé todo esto.
El ente sonrió.
—No hay más acción que el ahora— le dijo— Todo en la vida posee un propósito. Incluso la oscuridad, existe para hacer crecer a la Luz. Piensas que tu vida es un derrumbe más olvidas que tu cuaderno es tu vida. Todo fuera de ti es una ilusión y tu fortaleza es tu interior. Tu corazón. Haz olvidado a tu hada y así jamás volverá.
Entonces apareció el gnomo.
— Olvidaste tu misión y tal como dijo el Árbol Eterno sabias que esto a la larga iba a ocurrir. Las hojas se nutren del valor de seguir nuestros sueños—le dijo el gnomo.
—Las hojas se equivocan. Aun continúan diciendo que todo esta bien cuando ya no hay solución. Lo puedo ver— respondió el encapuchado.
—Entonces sigue a tu corazón y comprende que lo que ves es una ilusión. Tienes dos caminos adelante. Seguir combatiendo los entes oscuros y vivir lamentándote o de una vez continuar la misión que te apasiona tanto. Las hojas te dicen que confíes y eso debes hacer. Confiar en Ti— le dijo el ente y se empezó a alejar con quien aun mostraba su Luz.
—¿Quién es ella?— preguntó el encapuchado y de momento se esfumó.
—La conoces, alguien que te ha seguido desde entonces y ha buscado contactarte. La vida parece ser una serie de enredos, pero cuando comprendes y confías en tu corazón puedes llegar a tus sueños y entiendes que todo tiene una razón— le dijo el ente y terminó yéndose.
El encapuchado se quedó entonces solo con el gnomo.
—Tómate tu tiempo, y luego comenzamos— le dijo el gnomo esperando ya la respuesta.
—No, empecemos ya— le dijo el encapuchado y sacó su cuaderno.
Por Angel Yamil Ortiz Torres © 2011 #34
—¿Son ángeles?— preguntó el encapuchado.
—La realidad es que me conoces mas aun no comprendes— le respondió quien había dejado de emitir Luz—No soy un ente como los oscuros, pero mi camino se encuentra con el tuyo y he acudido a brindarte mi sabiduría.
—Entonces eres la Sabiduría—le dijo el encapuchado— Sólo debo crear un puente a lo que quiero, iré al pasado y repararé todo esto.
El ente sonrió.
—No hay más acción que el ahora— le dijo— Todo en la vida posee un propósito. Incluso la oscuridad, existe para hacer crecer a la Luz. Piensas que tu vida es un derrumbe más olvidas que tu cuaderno es tu vida. Todo fuera de ti es una ilusión y tu fortaleza es tu interior. Tu corazón. Haz olvidado a tu hada y así jamás volverá.
Entonces apareció el gnomo.
— Olvidaste tu misión y tal como dijo el Árbol Eterno sabias que esto a la larga iba a ocurrir. Las hojas se nutren del valor de seguir nuestros sueños—le dijo el gnomo.
—Las hojas se equivocan. Aun continúan diciendo que todo esta bien cuando ya no hay solución. Lo puedo ver— respondió el encapuchado.
—Entonces sigue a tu corazón y comprende que lo que ves es una ilusión. Tienes dos caminos adelante. Seguir combatiendo los entes oscuros y vivir lamentándote o de una vez continuar la misión que te apasiona tanto. Las hojas te dicen que confíes y eso debes hacer. Confiar en Ti— le dijo el ente y se empezó a alejar con quien aun mostraba su Luz.
—¿Quién es ella?— preguntó el encapuchado y de momento se esfumó.
—La conoces, alguien que te ha seguido desde entonces y ha buscado contactarte. La vida parece ser una serie de enredos, pero cuando comprendes y confías en tu corazón puedes llegar a tus sueños y entiendes que todo tiene una razón— le dijo el ente y terminó yéndose.
El encapuchado se quedó entonces solo con el gnomo.
—Tómate tu tiempo, y luego comenzamos— le dijo el gnomo esperando ya la respuesta.
—No, empecemos ya— le dijo el encapuchado y sacó su cuaderno.
Por Angel Yamil Ortiz Torres © 2011 #34
lunes, 28 de febrero de 2011
Derrumbe
La despedida de la Dama nubló el corazon del encapuchado. Cayó en el suelo y sin comprender sus manos comenzaron a temblar y se desataron sus lagrimas provocadas por la presion que ejercía pensar. La pregunta era, ¿por qué realmente lloraba?¿por qué su despedida lo desataba en llantos? Miedo se acercó a él astutamente para hacerle sufrir.
—Te he dicho siempre que vuelvo a ti. Cada vez que te derrumbas vuelves y te levantas para caer nuevamente. Padeces de constancia y eso te ha hecho perder todo lo que te hacia interesante. Eres tan ingenuo, no debes levantarte, solo te haras mas daño. Estas totalmente solo y no tienes a donde ir. Muchas de las sombras desean devorarte y oscurrecer tu corazon con sufrimiento— dijo Miedo y le alzó el rostro.— Pero no es mi naturaleza, la mia sólo es destruir las fortalezas y de ello me alimento.
El encapuchado dentro de si comenzó a creer en sus palabras e iba a interrogarle cuando dos luces les impedian la ista. Dos seres femeninas caminaban hacia alla. Esas muchachas alumbraron a Miedo y se dijirieron con un rostro amable al encapuchado.
Por Angel Yamil Ortiz Torres © #33
—Te he dicho siempre que vuelvo a ti. Cada vez que te derrumbas vuelves y te levantas para caer nuevamente. Padeces de constancia y eso te ha hecho perder todo lo que te hacia interesante. Eres tan ingenuo, no debes levantarte, solo te haras mas daño. Estas totalmente solo y no tienes a donde ir. Muchas de las sombras desean devorarte y oscurrecer tu corazon con sufrimiento— dijo Miedo y le alzó el rostro.— Pero no es mi naturaleza, la mia sólo es destruir las fortalezas y de ello me alimento.
El encapuchado dentro de si comenzó a creer en sus palabras e iba a interrogarle cuando dos luces les impedian la ista. Dos seres femeninas caminaban hacia alla. Esas muchachas alumbraron a Miedo y se dijirieron con un rostro amable al encapuchado.
Por Angel Yamil Ortiz Torres © #33
martes, 11 de enero de 2011
La Invocadora
Se encontraba la Dama sola en el Lago. El gnomo ya llevaba tiempo en que se había desaparecido de allí dejando el cuaderno frente a ella. Ella lo miraba de reojo cuando acordó, al retumbarse los árboles de allí, que debía reunirse con la guía. Recogió el cuaderno y lo guardó para luego emprender una travesía a las montañas.
La guía se encontraba allí junto a otros aglomerados frente a ella. El verla llenó a la Dama de esperanzas. Deseaba para sí misma acabar sus conflictos que la hacían sentir atada y volver a la Armonía de la cual se sentía alejaba y le aterraba las consecuencias a esto. La guía comenzó su discurso.
— Todo aquello diferente a nosotros, a lo literalmente establecido esta incorrecto y se irá a los infiernos—dijo la guía y todos asintieron.
En esos momentos pareció la Dama escuchar en sus adentros la voz del gnomo.
"Pero existen los simbolismos y los ecos de lo que no vemos a simple vista."
La Dama intentó silenciar la voz interna y seguir oyendo.
—Debemos temer al castigo de alejarnos de El. La tentación recorre alrededor de nosotros y pretende alejarnos de una vida sacrificada para lograr salvarnos.
"Vivir en temor es alejarnos de la Armonía. Los seres como los que has visto se alimentan de los que son regidos bajo los engaños de Miedo."
La Dama se notó entonces incomoda con sus voces.
—Debemos agarrar nuestros palos y atacar a los Demonios que los quieren alejar de aquí.
"El mal nunca acaba, ensucia las manos de quien lo intenta matar pues se torna su esencia. Los demonios quieren destruir pero su misión es ser afrontados y vencidos. El vencedor crece y purifica su Luz."
La Dama ya se encontraba sumamente molesta por las voces y había fruncido el ceño. La guía la vio y se dirigió hacia ella.
—Tú, ¡debes de dejarlo! Es oscuro y serás castigada porque no le agrada a El— le señaló la guía.
La Dama recordó todo lo vivido y prefirió dar caso omiso pero la Guía insistió con sus palabras y rudeza. La Dama comenzó entonces a sentir que perdía el control de su cuerpo y en un fuerte jamaqueo su cuerpo comenzó a temblar. La Dama comenzó a llorar descontroladamente bajo la imponente fuerza que jamás había sentido. No era una experiencia que le hiciese sentir alegría sino temor y tristeza. Ese temor lo entendió como un mensaje de El y decidió acceder.
Estando más tranquila llegó al Lago y buscó el cuaderno. Con determinación abrió un portal y llegó directamente a la Isla donde se encontró al encapuchado de frente. La Dama le entregó el cuaderno y le contó su experiencia. El encapuchado intentó todo pero ya nada era posible. Ella había tomado una decisión.
— Adiós, ustedes son grandes personas realmente— se despidió la Dama y tras tocar el cuaderno abrió un portal y regresó al Lago.
Por Angel Yamil Ortiz Torres © #32
domingo, 2 de enero de 2011
Cayendo
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Se encontraba la Dama cayendo por precipicio. El gnomo seguía tras ella un poco más arriba. El corazón de la Dama se encontraba acelerado y el miedo se apoderó de ella.
—¡Abre un portal!— le gritó el gnomo lo que le retumbó sus oídos.
Sin embargo, ella no estaba pensando en qué debía hacer sino en qué le estaba sucediendo. Esto la desesperó y no podía pensar en nada más que no fuera en las circunstancias. Entonces pareció detenerse el tiempo y la caída iba muy lentamente. Las palabras del gnomo seguían repitiéndose en su cabeza mientras que su voz interior aceleraba sus latidos y pedía a gritos no estar en esa situación. Esas voces que le anunciaban la muerte próxima fueron luego callándose a medida que descendía lentamente. Su mente y razón comenzaron a volver. Meditó que ya nada más podía hacer que no fuese abrir un portal con el cuaderno y decidió entonces sintiéndose presente en sí misma alcanzar el cuaderno. Una vez extendió el brazo para alcanzar el cuaderno, el tiempo comenzó a aumentar gradualmente. Al tener el cuaderno en sus manos abrió un portal casi al momento y ambos cayeron sobre este.
El portal los llevó hacia el Lago donde cayeron ambos en el suelo. La Dama comenzó a llorar por el susto y el gnomo intentó ayudarla a levantarse cuando ella lo empujó con una mezcla de dolor y coraje.
—¡Aléjate! Intestaste matarme— le gritó la Dama en lágrimas.
—No es cierto. Intenté salvarte y enfrentarte a tus temores propios.
— No quiero verlos más. ¡Lárgate!
El gnomo entonces bajó su mirada con tristeza y asintió.
—Me iré pero no me puedo llevar el cuaderno y debo advertirte, una vez ya has conocido los enigmas y las esencias, tus ojos podrán ver más allá— le dijo el gnomo con las voz aguantada.
—¡Largo!— volvió a gritar en lágrimas la Dama.
El gnomo con los ojos llenos de lágrimas asintió nuevamente y se fue corriendo de allí.
Por Angel Yamil Ortiz Torres © #31
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