Se encontraba el encapuchado con las dos hojas y la semilla que le ofreció el Árbol Eterno en sus mano. Vio tan delicadas sus hojas que decidió guardarlas entre las páginas de su cuaderno.
—¿Dónde esta mi cuaderno?— se preguntó el encapuchado buscándolo.
—Se quedó cerca de la base. Lo escondimos porque Pereza lo anda buscando. Debes enfrentarlo ya— le respondió el gnomo.
A tales palabras, el gnomo le hizo señas a la hada y se perdieron entre las malezas. Nuevamente el encapuchado se encontró solo con el Árbol Eterno.
— Mis Guardianes, ¿cierto?— le preguntó el encapuchado con notable alegría.
—Muy cierto, cada ser nace con guardianes que los conducen y los protegen. Los guían por su camino mostrando su potencial. Son grandes espíritus que se desarrollan junto a la nuestra. Usualmente toman roles de amigos pero otras veces obtienen roles de seres realmente extraordinarios y mágicos— contestó el Árbol Eterno.
Mientras tanto, el gnomo y el hada se aproximaban cautelosamente hacia el escondite donde habían dejado el cuaderno. entonces escucharon ruidos y decidieron esconderse. Pudieron ver la enorme figura de Pereza buscando por todos lados. Al momento escucharon otros pasos y vieron a Miedo con sus criaturas de las sombras buscando el cuaderno también. Esto atemorizó bastante al gnomo y Miedo sintió su presencia rápidamente. Se hizo el desentendido por unos instantes y luego de hacer señas las criaturas de las sombras, estos descubrieron al gnomo y el hada. En ese momento el gnomo decidió luchar pero lo aguantaron fuertemente . Por otro lado, el hada logró escapar y huyó de todo aquello. Al gnomo lo ataron y las criaturas los rodearon. Pereza, Miedo, Duda y Vicio se acercaron a interrogarlo.
—¿Dónde esta su cuaderno?— preguntó Pereza al frente de los demás.
—Oculto. Ustedes no podrán detener que continúe su misión—respondió el gnomo.
—¿No? Pensé que ya lo habíamos hecho— intervino Miedo en burlas— De hecho, debemos soltar a esta diminuta criatura. No queremos que deje de cumplir cuidar a su amo.
Al decir esto, Miedo desató al gnomo.
—Llévanos a donde se encuentra el chico— le ordenó Miedo.
El gnomo se negó.
—Entonces, ¿qué más puedes hacer? Puedes buscar su cuaderno y lo obtendremos. No tienes otra alternativa.
—Sí— le respondió el gnomo molesto—¡ La de luchar!
Entonces comenzó a luchar con suma eficacia contra los seres y muchos apenas podían alcanzarlo debido a cómo se escabullía.
Mientras el gnomo luchaba por el encapuchado. La hada logró evitar a las criaturas de las sombras y obtuvo el cuaderno. Apenas podía alzarlo por su tamaño y arrastró con esfuerzo lejos de allí. Algo cansada, la hada abrió el cuaderno y pasó algunas páginas cuando luego de tocar lo escrito la hada extendió su mano y abrió un portal por donde se metió con el cuaderno.
Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #17
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