martes, 28 de diciembre de 2010

Tesoros del Amor y la Guerra

La Dama continuaba siguiendo al gnomo hasta lo alto de la montaña. La llevo hasta un peñasco. De ahí se podía apreciar la belleza de la isla. En la costa se veían unos barcos desembarcados pero en todo el camino por la isla, no se habían encontrado con otras personas.

Allí el gnomo se volteó hacia ella y le indicó que se acercara al precipicio. La Dama nerviosa por la altura se acercó con los pies temblorosos.

—¿A qué le temes? ¿Temes a lo desconocido? Quizás tienes miedo al riesgo a arriesgarte.

—Sólo temo caerme.

—Jeje, todos poseemos temor a algo. Mientras más fuertes o preparados estemos más difíciles serán nuestras pruebas. Las respuestas se esconden en lo que ignoramos, olvidamos o negamos creer. Esto crea los seres que hemos ayudado a combatir—le dijo el gnomo y agarró a la Dama por la rodilla.

—¿Te refieres a los demonios?

— No son demonios realmente. Son las sombras de la oscuridad interna de nuestro ser. Para que surjan primero deben conocerlos y luego se convierten en los enemigos de nuestro camino—le dijo el gnomo.

—Entonces debemos acabar con las sombras.

El gnomo se rió en burla y le señaló su sombra.

—Dime en que mundo puedes desaparecer tu sombra. Estos seres andan tras nosotros toda la vida. Tienen una función y sólo se pueden enfrentar lo cual nos hace más fuertes. Enfrentarlos nos conduce a la armonía al crecimiento. Ellos existen para comprender el Amor. Lo que nos conduce y nos da vida. La razón de haberte visto mucho antes de conocerte fue gracias a los designios del Amor. El Amor vive en la victoria constante de enfrentar nuestras sombras—le contó el gnomo y le habló en un tono distinto— Abel estuvo en tu misma situación una vez que tuve que lanzarlo al precipicio.

—¿Abel?— se preguntó a sí misma la Dama cuando el gnomo la lanzó al precipicio.

—Es hora que conozcas los tesoros del Amor y la Guerra—dijo para sí el gnomo y se lanzó también.

Por Angel Yamil Ortiz Torres © #30



lunes, 27 de diciembre de 2010

Enigmas del Cuaderno

La Dama sostenía sin comprender el cuaderno. Seguía al gnomo hasta donde la quería llevar pero parecía no tener un lugar preciso a donde ir. Se encontraban en el área boscosa de la isla. Apenas divisaban los diminutos huecos por donde se colaba los rayos de luz entre las hojas. El gnomo entonces se detuvo y se sentó sobre una roca.

—Abre el Cuaderno— ordenó el gnomo.

La Dama del Lago obedeció y encontró en él diversas anotaciones, dibujos y extraños símbolos.

— ¿Por qué me muestras todo esto?

— Porque su misión esta inconclusa sin nosotros.

—Sigues enredándome en lo que dices. No comprendo nada.

—Entonces abre tus ojos al cuaderno.

El gnomo cogió el cuaderno y se lo entregó en una de las primeras páginas.

—Abre un portal hacia esto.

—No se como hacerlo.

—Ten voluntad, si piensas en ello y te enfocas lo lograrás. Todo lo que se escribe en este cuaderno se materializa.

—¿Quieres decir que el cuaderno convierte lo que queramos en realidad?

—Sí y no. El cuaderno posee esa cualidad para sus propios propósitos.

—¿Quieres decir entonces que el cuaderno tiene en sus propósitos que yo lo utilice?

—Ya deja de cuestionar y hazlo—dijo algo desesperado el gnomo.

La Dama dirigió su mirada al cuaderno y leyó para sí lo que estaba escrito. Recordó que deseaba abrir un portal y visualizó en su mente esto. Así en la dirección que tenia su mano se abrió un portal. El gnomo le ordenó que lo siguiera y llegaron a una ciudad.

—¿Dónde estamos?—preguntó la Dama siguiéndolo entre los callejones de un mercado.

—En una de sus obras. En este pueblo comienza su primer conflicto de su misión. Observa allá. Ese muchacho de allá es un príncipe y esa también— le señaló el gnomo hacia los dos muchachos.

—Supongo que su obra era que se conocieran. Lo que aun no comprendo es porque ahí surgieron sus primeros conflictos y, si esto que estamos es su obra, ¿por qué no lo transcribe y resuelve?

—Te refieres a crear puentes, ¿pero cómo puedes resolver algo si aun no sabes cómo? Eso te tornó en su primer conflicto. Su misión y la de su cuaderno es crear mundos donde se preserven valores. Estos mantienen a su vez la armonía en los mundos. Al no tener la experiencia para crear la historia, generó una historia utópica que perpetuara el Amor, la unión de las familias y los prejuicios. Lo que no supo al hacerlo fue que lo que el escribiera sería en un futuro parte de lo que viviría. Cada cosa que se escribe en este cuaderno trae repercusiones a su autor.

—¿Y cómo terminó viviéndolo?

—Eso me temo que sólo tu lo sabes—le dijo el gnomo mirándola a sus ojos y luego de una pausa le dijo que volviera hacer otro puente.

La Dama abrió otro portal y volvieron a la isla.

—Me temo que todavía no entiendo que tiene que ver esto conmigo y lo que esta pasando.

—Precisamente porque no hemos terminado. Este cuaderno guarda muchos enigmas y todavía tienes mucho por andar— le dijo el gnomo y continuaron esta vez a subir una montaña de la isla.

Por Angel Yamil Ortiz Torres © #29

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domingo, 26 de diciembre de 2010

Sendas de Huída

Se encontraba el encapuchado atormentado por las pesadillas que continuamente lo hacían temblar de terror. Voces espectrales gritándole su gran falla y muros asfixiantes envolviéndolo en un mundo del que se quiere gritar del que se quiere correr. Un mundo que que se regaba de letras anunciando sus culpas y deberes los cuales no podía huir. Más bien, no debía huir puesto que cada deber lo enterraba más en ese ataúd Esto lo hacia más intranquilo y golpeó con más fuerzas dicho muro. En esos momentos logró romper con el ataúd y despertó arborotoso y con la respiración descontrolada. El gnomo lo vio en estas condiciones y corrió a calmarlo.

—Sólo es una pesadilla— intentó calmar al encapuchado lo cual no logró y quien con furia lanzó el cuaderno y comenzó a quitarse su túnica.

—Ya déjenme sólo, yo no puedo hacer esto— gritó en llantos el encapuchado tratando de quitarse algo que no podía.

—¡Ya cálmate! Tu naciste para esto y debes realizar tu misión.

—¡No! No puedo, no sirvo para esto, sólo fue una decisión equivocada.

En esos momentos, el viento se tornó fuerte y nubes opacaron la luz del cielo. Un estruendo fuerte reventó a su lado. El miedo lo hizo alejarse hacia el otro lado mientras pareció escuchar la voz del Árbol Eterno dentro de sí.

—¡Dirigete hacia a mi ahora!— escuchó en sus adentros.

El gnomo pareciendo haber encuchado esas mismas palabras le dio con una mirada de autoridad el cuaderno al encapuchado. Este sin ganas lo cogió y se dirigió al árbol. Cuando se llevo se topo con un lugar perdido en malezas, el Árbol Eterno parecía haber cambiado.

—¿Qué te sucedió?— preguntó al encapuchado.

—¿Acaso no te das cuenta? Abandono, he caído en el abandono, apenas me visitas que no notaste los cambios por venir.

El encapuchado se desplomó en el suelo frustrado.

—No le he cumplido nadie.

—A quien no has cumplido es a ti mismo, ¿lo olvidaste? somos gracias a ti algo. Ahora vuelve a donde te quedaste—le ordenó el Árbol en un tono molesto.

En esos momentos apareció el gnomo con la Dama. El gnomo había ido a buscarla desde entonces. El encapuchado solo siendo dirigido por las palabras del árbol. Abrió el cuaderno y creó un portal. Sin decir palabra alguno entró en él y la Dama y el gnomo tuvieron que correr para entrar. Llegaron a una isla donde el encapuchado siguió caminando sin esperarlos.

—¿En dónde estamos?—preguntó la Dama.

—En donde detuvo su obra. Aquí fue donde todo comenzó.

—No comprendo, ¿qué me quieres decir?

—Todo lo que estas viendo es su creación. Sin embargo, tuvo que detener su obra y su misión quedó a medias. Ahí se alejó y su vida tomó otro curso— le contó el gnomo.

—Sinceramente no comprendo nada de lo que decís— le dijo la Dama intentando sinceramente en comprender.

—Entonces deberás ver por tí misma lo que sucedió.

Caminaron más adelante y al cabo de un rato se encontraron el cuaderno solo. El gnomo se lo dio a la Dama.

—Necesita tiempo, el mismo que mientras lo busquemos tu comprenderás lo que sucede bajo estos mundos— le dijo el gnomo y continuó caminando.

La Dama sin comprender continuó.

Por Angel Yamil Ortiz Torres © #28

lunes, 18 de octubre de 2010

Moraleja de un Reino Antiguo

El encapuchado se encontraba frente al bardo cuando abrió su cuaderno y en instantes sus harapos se convirtieron en riquezas a través de sus palabras. Se hizo entender que sus riquezas materiales, presenciadas en esos momentos, eran resultado de su propio interior otorgándole así al bardo su mayor tesoro: descubrirse a sí mismo. Fue entonces que en cuestión de tiempo se convirtió en príncipe.

La palabra príncipe significaba mas bien aceptación. La gente de pueblo podían reconocerlo y lo observaban asombrados a ese aquel deleite de sus poemas. Mas sorpresa aun se llevo la princesa quien reconoció en instantes a su bardo y en esos momentos era un príncipe quien determinaba pedirla. Los reyes lo recibieron con jubilo y eso despertó en él una mirada de malicia y reto en el príncipe. Una vez habiendo pedido ya a la princesa y los reyes haber echado vista a los bienes del bardo. El ahora príncipe, justo antes de salir por las puertas con su amada, se despojo de sus vestidos finos demostrando entonces sus harapos de bardo cayendo los reyes en cuenta.

–Apenas conocieron mi rostro para conocerme entonces mas sin embargo, sigo siendo el mismo bardo que una vez apenas oyeron.— le dijo el príncipe y ambos salieron del reino.

El Reino Antiguo se conmocionó con la noticia de lo sucedido. El encapuchado, la dama, el gnomo y la hada se fueron entonces satisfechos de haber cumplido su misión.

No deberíamos prejuiciarnos con la apenas presencia que induce temor a lo desconocido y hiere en las mil formas al mundo con su ambición por impedir algo que carácter natural. ¿Qué logramos prohibiendo el amor o lo que nos induce temor? Por más que se le corte sus ramas al árbol este producirá muchas más ramas tornándose más vivo. Devolver la pureza a la armonía es la misión atada a mi cuaderno, es la esencia de un gnomo y una hada quienes poseen esperanza con su carácter fantástico y posible, es la historia y tesoro de un Árbol Eterno quien protege al Amor, es el convencimiento de una Dama que si existen los designios de corazón y es la fuerza que ilumina a este encapuchado en los senderos oscuros y desconocidos por caminar. Es nuestra compañía por restaurar la armonía que nos llena de Luz e Inspiración.

Por Angel Yamil Ortiz Torres © #27

domingo, 26 de septiembre de 2010

Fabula de un Reino Antiguo

La princesa iba escoltada por guardias a través del mercado. Visto que jamás se separaban de ella, en lugar de continuar con sus usuales rondas entre la mercancía de las tiendas procuró visitar una tienda de campaña casi oculta. Tal como sugería el aspecto de dicha tienda dentro había una supuesta gran visionera acabada de llegar al reino. Por lo tanto, una vez la princesa decidió entrar en la tienda los guardias decidieron esperarla porque temían de su poder. Entonces una vez la princesa hubo entrado en la tienda la Dama en su interior la estaba esperando.

—En primer lugar, vienes a mí huyendo de los guardias así que demuestras tu descontento con las normas del reino. Por ello, veo que la casualidad de tu vida te hizo venir a mí buscando una solución a tu problema— le dijo la Dama.

—Yo sólo he venido a darle la bienvenida al reino— le dijo la princesa asustada y cortante.

—A mi juicio, está claro que no es una casualidad encontrarnos ya que podrás lograr lo que tu corazón pide. O sea, en concreto, eso que atesoras tanto lo podrás obtener.

Por consiguiente, a tales palabras la princesa quedó sorprendida. Al contrario de todo lo que había escuchado. De modo que la Dama provocó curiosidad en la princesa.

—Para empezar, ¿cómo puedes darme lo que yo necesito?—le preguntó la princesa sin comprender.

—No te daré nada, te recordaré lo que tienes.

—A mi parecer entiendo que no sabes nada. Pues bien, es mejor que me vaya. Además lo que yo necesito no tiene solución.

—Amas algo prohibido. Asimismo he venido hasta aquí. Aunque no lo creas, ustedes cargan algo muy preciado— dijo la Dama deteniéndola nuevamente.

A continuación la Dama accedió a escuchar lo que olvidaba y se sentó frente a la mesa.

—En definitiva, ¿qué es lo que debo recordar?

La dama se sentó frente a la princesa con un rostro maternal.

—En realidad, todo lo que debes saber es amar. El caso es que todos olvidamos poco a poco que la bondad existe. Nos aferramos a la verdad presente en esos momentos y olvidamos que este mundo constantemente cambia. Se te otorgó un regalo. Protégelo con todas tus fuerzas.

—Desde mi punto de vista nada ha cambiado. Es más, jamás cambiará.

—Un deseo jamás es imposible. Sólo necesitas esperanza igualmente sostienes tu fe. Todo el mundo sabe estas realidades y las olvidan mientras enfrentan la dura vida. Recuérdalo y veras milagros ocurrir.

Al decir estas palabras, la hada, que se mantenía oculta, salió y la princesa se asombró al verla. Por otro lado, el bardo se encontraba sentado frente a una fuente a la plena noche. Se encontraba desanimado por todo cuando sintió una presencia cerca de él. Miró a todos lados y vio a un ser encapuchado.

—He venido a cambiar tu historia y convertir tus palabras en riquezas. Así pues, lograrás obtener lo que el destino ha escrito en sus caminos—dijo el encapuchado sin dar explicaciones.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #26

viernes, 24 de septiembre de 2010

Prólogo de un Reino Antiguo

Es evidente que la vida es continuo crecimiento. De hecho, el término vida nos implica a su vez muerte. En mi opinión, nuestro crecimiento se debe al ciclo de vida y muerte a través del camino. Es decir, si queremos una mejor vida debemos renunciar a la antigua. Sin embargo, cuando se aproximan los eventos del posible cambio, una guerra se debate entre su camino y uno mismo. Sólo se debe impulsar el cambio.


Así, en un antiguo reino, la sombra de un encapuchado se comenzaba a rumorear. Ahora bien, toda la atención del reino no se encontraba en los reyes ni en su familia, ni mucho menos en este encapuchado sino en la leyenda que estaba naciendo.


En este reino, vivía una princesa. No se encontraba encerrada en un castillo pero secretamente privada de elegir ese ser que la acompañaría el resto de su vida. Puesto que el mundo conspira continuamente buscando la unión y concediendo los sueños de los corazones con valor, las casualidades la condujeron a conocer un bardo. En consecuencia, se enamoraron perdidamente el uno del otro. Nadie puede ignorar el amor ya que quien lo experimenta descubre parte de su realización y felicidad. Antes bien, está claro que para amar verdaderamente el mundo pone trabas y hace parecer imposible. Así pues, su amor no fue aprobado por los reyes debido a su condición material por lo que la sombra del encapuchado fue invocada al amanecer. Como el nacimiento de un día, el encapuchado, la dama, el gnomo y la hada aparecieron a través de un portal pues su cuaderno los guiaba.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #25

viernes, 20 de agosto de 2010

Sumisión a la Oscuridad

Se encontraba el encapuchado escondido detrás de las puertas de un pequeño hogar. Junto a él, se encontraba la Dama del Lago. Su misión, un joven de aquella casa. La dama sólo había ido a acompañarlo en su tarea. Ella estaba confundida y algo asustada. El encapuchado sólo le había dicho que iban a cumplir una misión y aún no comprendía que hacían.

Escondidos, el encapuchado abrió el cuaderno y parecía estar buscando algo cuando escucharon unos ruidos desde el techo. Ambos observaron y vieron que era el gnomo que le hacía señas al encapuchado. Entendiendo, el encapuchado se dirigió a observar por la ventana.

Dentro de la casa se encontraba un joven leyendo un periódico. Leía vagamente las noticias hasta que llegó a la sección de anuncios.

—Oye madre, ¿crees que deba ir a trabajar?—preguntó el joven dentro de la casa.

—No te preocupes, descansa, otros lo harán. Por favor, ¿puedes traerme un café?

—Esta bien—dijo el joven algo desganado y fue a la cocina.

Al ir allí se percata de que no hay café preparado y ante tales circunstancias no sabía que hacer.

—No hay.

—Ve y prepara.

El muchacho algo temeroso observó los materiales y concluyó.

—Necesitaré ayuda madre.

— Déjalo, luego lo preparo yo.

En esos momentos escucha tocar la puerta y va a ella. Allí se encuentra a su amiga, con quien frecuenta mucho.

—¿ Quería ver si me acompañas al festival de las rosas? Este año dicen que lo hicieron muy especial y dedicado a las parejas...

La chica se quedó en una pausa, la mirada de ella poseía ese brillo que se suele apreciar en esos cuyos poseen un sano interés por el otro. El joven también tenía dichos brillos en la mirada pero rápido bajó su mirada.

—Debo primero preguntar que le parece, entonces haré lo que me digan.

La muchacha bajo entonces la mirada. El joven le dijo que esperara un rato afuera y cerró su puerta. Se dirigió a consultarle a su madre, que sospechó que se encontraba en la cocina. Mientras esto sucedía, el encapuchado, la dama y el gnomo observaban por las ventanas.

—¿Pero qué rayos le pasa a ese chico?— se preguntó el gnomo observando a la chica afuera.

—Llegó la hora— dijo el encapuchado cuando vio que el joven entró a la cocina.

Una vez el joven entró a la cocina descubre que su madre no se encuentra ahí. En esos momentos se queda sin luz el lugar y la puerta se cerró. El joven inmediatamente comenzó a gritar por ayuda mientras que sus palabras continuamente caían al vacío. El encapuchado estaba ya dentro de la cocina y el joven apenas se había percatado. La Dama del Lago empezó a preocuparse por lo que sucedería allí. Su imaginación estaba corriendo, pensando en cosas malignas que realizarían al pobre joven. No comprendí la razón de llevarlo a la oscuridad.

El joven había quedado ya sin voz frente a la puerta. No quería mirar atrás y apenas pensaba salir de allí por sí mismo. Entonces comenzó a escuchar ruidos de pasos.

—¿Qué debes hacer?— le pregunta la voz del encapuchado mientras el joven comienza a aterrarse más y llamar por auxilio.—¿Acaso no puedes salir de aquí por ti mismo?

El joven continuó en lo mismo hasta que pasado un tiempo comenzó a comprender que sus actos eran inútiles. Poco a poco comenzó a tomar consciencia de su entorno y ya podía discernir objetos por la escasa luz en la oscuridad. Decidió levantarse y cuando fue casi a ciegas por unas velas conociendo donde se encontraban guardadas descubrió que su casa se encontraba vacía. Esto lo comenzó a desesperar una vez más hasta que observó en la mesa un arreglo de velas que pertenecían a sus padres. Vio también los encendedores al lado. Comenzó a preguntarse si debía consultar prenderlos pero sabia que no lo escucharían. Entonces quedó de brazos cruzados sin saber que hacer.

—¿Acaso preguntas para respirar? Respiras por tu propia decisión y necesidad— le dijo el encapuchado y el joven se atrevió ver hacia la ventana viendo su sombra.— Si te quedas así, jamás podrás ver nada ni hacer nada. Todo será para ti inútil.

El joven se asustó en ello, pero descubrió la razón en las palabras y decidió prender las velas de la cocina iluminando el salón. Temeroso dirigió la mirada a la ventana pero el encapuchado ya no se encontraba ahí. Vio los materiales para hacer el café y una decisión germinó dentro de sí. Buscó en los empaques las instrucciones y preparó el café. En esos momentos tocan a su puerta y se abre. Frente a él se encontraba su madre.

—¿Es acaso esto una sorpresa?— preguntó la madre contenta por el rico aroma a café.

El joven sonrió pero permaneció pensativo.

—Vuelvo pronto, tengo una cita— dijo después de una alargada pausa y salió de la casa junto a su amiga que todavía se encontraba allí.

Viendo todo esto, el encapuchado hizo señas y se alejaron del lugar. La dama había comprendido su misión allí y emitió una sonrisa. El gnomo iba riéndose por el camino casi en burlas por el joven. El encapuchado permanecía serio emitiendo cierta determinación en sus pasos.

—Sólo en la oscuridad es que descubrimos nuestra propia luz— les dijo el encapuchado y continuó serio por todo el camino.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #24

domingo, 8 de agosto de 2010

La Ondina

Se encontraba el encapuchado junto al gnomo buscando piedras con cristales en un rio para crear unas herramientas. El sonido del rió era muy relajante y hacía muy placentero el buscar los cristales. El encapuchado siguió el caudal del río cuando en lo alto de un peñasco a una mujer de extraña belleza. Su piel era blanca con tonalidad azules. El encapuchado pudo darse cuenta de que criatura se trataba y se acercó con cautela.

—Es muy extraño alcanzar a ver una ondina fuera de su mundo— le dijo el encapuchado serio.

La ondina volteó su rostro hacia al encapuchado y al ver más allá al gnomo entendió que se trataban de criaturas mágicas también por lo que no huyó. Las ondina se quedó quieta por unos instantes esperando que el encapuchado continuara con su conversación pero al este no responder no le dio más remedio que comenzar a contar.

—Llevo mucho tiempo en este mundo. Crucé la dimensión pero luego decidí permanecer aquí. Ahora permanezco en esta roca viendo todos los días lo mismo. Sin poder salir de aquí. Sin apenas tener una razón para vivir.
—¿Por qué no buscas tu razón? Vivir en una roca es muy triste— le contestó el encapuchado.

— A nadie le interesa. Apenas han venido a buscarme—dijo la ondina.

—Apenas has venido a buscarte a tí misma. No tienes razón para permitirte tan deprimida. Lánzate, lucha y vive— le dijo el encapuchado.

— No hay razón alguna necesito que me escuchen, que me vean— le dijo algo alterada la ondina.

Al suceder esto, el encapuchado miró al gnomo y este entendió que quería. Mientras la ondina continuaba discutiendo y lamentándose a sí misma el gnomo desapareció de la vista de todos. Entonces el encapuchado actuó.

— Ya es suficiente, estando en lo alto de la roca no podrás ser lo que eres. Una vez me hicieron esto y espero que funcione igual en esta ocasión.

Al decir esto, el encapuchado le hizo señas al gnomo y este la empujó del peñasco hacia el río. La ondina gritó del susto pero comenzó a sentir su corazón a medida que se zambulló a lo hondo del río. Una vez allí, se llenó de energía y continuó su camino.

Desde lo alto del peñasco, el gnomo se encontraba sonriendo.

— Deberías de dedicarte a lanzar personas al vació— dijo sonriendo el encapuchado y continuaron buscando cristales.


Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #23




miércoles, 4 de agosto de 2010

Manifiesto de su Universo

Acababa el encapuchado de venir de su encuentro con el Árbol Eterno cuando sintió la necesidad de visitar la Dama del Lago. Sintiéndolo como un llamado, este abrió rápidamente su cuaderno y se teletransportó hasta el lago. Allí la vio y su interior se llenó de alegría fue hacia ella cuando la dama se percató de su presencia.

—No deberías estar aquí—le dijo la dama con aparente coraje pero con una tonalidad de evidente dolor.—Es mejor que te vayas.

Las palabras golpearon fuertemente en su interior al encapuchado. No pensó más allá de las palabras y se retiró con dolor de allí. Era peligroso saber que dos simples oraciones de rechazo lo habían dejado en tan mal estado. Mientras se alejaba, su cuerpo se dejó vencer y tuvo que soltar sus lágrimas con coraje. Entonces pareció escuchar una voz femenina.

—¿Por qué lloras? ¿Crees que realmente debes llorar? Es increíble pensar que olvides que tras un hecho se esconde la realidad. Eso tu lo conoces— dijo la voz femenina y este se levantó buscándola con la mira por todos lados.

La voz lo dejó pensativo.

Mientras tanto, la dama se encontraba en sus propios problemas frente al lago. Se comenzó a sentir cansada y sin darse cuenta quedó dormida en el suelo. Luego de un rato, se levantó de golpe por haberse quedado dormida. Apenas se levantó vio su cuerpo aun en el suelo y se asustó.

—Estas en un sueño— le dijo una voz que ella muy bien conocía y cuando volteó vio al encapuchado.

Iba a decirle algo pero la sorpresa de las circunstancias la detuvieron. El encapuchado le tendió la mano.

—Vamos, acompáñame— le dijo el encapuchado.

La dama lo pensó por unos momentos pero luego accedió darle la mano. Entonces comenzó a sentirse liviana y la mano del encapuchado la halaba hacia arriba. Comenzó a flotar y pronto empezaron a adentrarse al mar celeste nocturno repleto de estrellas. La dama miraba con notable emoción las estrellas mientras flotaba en el espacio junto al encapuchado.

—Cada estrella nos guarda la leyenda de uno que nació entre nosotros y sus valerosos actos brotó en el mundo la armonía. Nos recuerdan que en el mundo nada de lo que queremos es imposible y al lograrlo nos unimos al propio universo— le dijo el encapuchado.

Continuaron navegando el cielo nocturno hasta que poco a poco se acercaron a la enorme Luna. La dama al ver la Luna comenzó a llorar de gozo. Nunca había visto nada igual, y su luz parecía latir junto a su corazón.

—La Luna es el faro de unión. Su luz inspira los escritos del poeta, alumbra las faenas de los enamorados y vela por todos mientras cultivamos los sueños. Nos recuerda que en la más terrible oscuridad siempre habrá una luz guiándonos e inspirando. No estas sola— le dijo el encapuchado y esta vez bajaron.

Mientras bajaban hasta el suelo terrestre, la dama pudo ver el mundo en todo su esplendor parecía hablarle algo que ella no entendía mientras poco a poco descendieron e un impactante paisaje. Se encontraban en lo alto de una montaña donde el viento hasta mecer los pastizales frente a un impresionante río que descendía con un inspirador sonido. Pudo ver entonces pájaros de muchos colores que parecían flores vivientes en el aire emitiendo cantares de melodías. Entonces sintió que el mundo podía hablarle. Podía sentir en sus adentros todos los sonidos del cielo, las estrellas, el agua, los pájaros y todo ese conjunto de criaturas que viven junto a nosotros. Algo dentro ella pareció ceder y se entregó a la melodía del mundo. Comenzó a elevarse por sí sola del suelo y empezó a llenarse de vida.

En el suelo, el encapuchado observaba quieto lo que sucedía cuando un shaman se acercó a él. Luego comenzó a cantar en desentonos palabras incomprensibles. Todo esto surgió y los corazones del encapuchado y la dama comenzaron a latir con mucha más fuerza. Se fusionaban a la armonía de todos los elementos del Universo. Todo continuó cada vez más hasta que el ocurrió el Rugido del Mundo. Un increíble estruendo que dejó todo completamente blanco y la dama y el encapuchado parecían emanar luz.

— La naturaleza es la madre de todo ser viviente. Es el corazón de la Armonía y nos recuerda que somos parte de una inmensa capacidad de vida y poder,de alegría y amor, de elementos que exaltan nuestros corazones y su energía se une a todas las demás. No hay razón para permitirnos dejar de seguir adelante creciendo en alegría y amor— contaba el encapuchado mientras el también se desaparecía en la luz.

La dama quedó sola en la luz por unos instantes y cuando comenzó a sentirse incómoda, se levantó se golpe del suelo. Esta vez observó el suelo y vio que realmente estaba despierta y quedó meditando lo vivido. Por otro lado, el encapuchado también se levantó del suelo cerca de su base y comenzó a reflexionar sus propias palabras. Ambos se podian sentir en el Rugido del Mundo.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #22

domingo, 1 de agosto de 2010

Las Encomiendas

Se encontraba el encapuchado junto el Árbol Eterno con el cuaderno abierto. Estaba esperando que el Árbol comenzara. Ya se encontraba listo cuando hablo.

— Debes primero subir a lo alto de mis ramas— le dijo el árbol.

El encapuchado lo observó extrañado por unos momentos cuando decidió aceptar. Fue a subirlo pero apenas encontraba una forma. Entonces pudo ver un bejuco colgando del mismo y fue a sujetarse de él. Parecía bastante resistente cuando ya a mitad de alcanzar la rama el bejuco se partió y cayó fuertemente. Pasó trabajo para levantarse nuevamente pero esta vez se vio determinado. Vio que con sus manos podía tocar un hueco del tronco y comenzó a subir a todas fuerzas agarrándose de este. Pudo subir esta rama y entonces pudo darse de lo realmente grande que era dicho árbol. Luego de unos instante de pensarlo, continuó subiendo con dificultad. Cada rama era mucho más difícil de subirla. Estaba ya casi en la cima cuando el árbol lo interrumpe.

—Recoge ese cuaderno de arriba, una vez un poeta subió ahí y presenciando los hermosos paisajes del su alrededor no se creyó capaz de realizar la obra abandonando el cuaderno.

El encapuchado subió hasta donde dijo el árbol y encontró en un hueco producido por las ramas altas un cuaderno algo roto. Lo abrió y se percató que estaba todo en blanco.

— Escribe mis historias en el cuaderno. Mi segunda encomienda es que crees un puente a la tuya propia. Ahora comienza y escribe lo que te tengo que contar.

El encapuchado se sentó en lo alto del Árbol Eterno y presenciando aquel mágico paisaje comenzó a escribir.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #21

viernes, 30 de julio de 2010

Reencuentro con la Jornada

Se encontraba el encapuchado caminando hacia su base acompañado de la dama, el gnomo y la hada. A lo lejos, ya se podía ver la base que, encontrándose toda abandonada, aun mantenía la magia capaz de inspirar a cualquier contemplador de paisajes. Al llegar allí, el gnomo comenzó a arrancar las malas hierbas del área mientras la hada regaba las plantas. La Dama del Lago quedó maravillada del lugar que bien, con el ajetreo de antes, no había podido fijarse de su belleza. El encapuchado prosiguió a examinar sus plantas y lo descuidado que se encontraba su jardín. Mientras esto sucedía, la Dama del Lago se sentó sobre una piedra y quedó perpleja ante lo que observaban sus ojos. Desde la base se podía observar todo un valle pintados de tantos colores que los árboles, y los pastizales desplegaban en cientos de flores. El viento soplaba y parecía barrer de a ratos parte del colorido echándolo a volar por los aires. Esa brisa alcanzaba la base y la suma de todos los pétalos desplegaban grandiosos aromas en el lugar.

El encapuchado no se encontraba ajeno de la emoción de la dama y por momentos pensó dibujarla en su cuaderno. Sintió tal inspiración por ello que rápido fue a buscar su cuaderno y comenzó a dibujarla. Mientras lo hacía adquiría alegría y parecía también sentir la emotividad de ella. A todo esto, el gnomo miraba de reojo.

Luego de completar el dibujo, el encapuchado fue a sentarse junto a ella.

—Te pasas aquí por todo esto, ¿verdad?—le preguntó la dama.

—Sí, es el hogar de ellos— le dijo el encapuchado haciéndole referencias al gnomo y al hada.

—Entonces aquí es que puedes crear tu obra, aquí es que vive el que hace nacer las estrellas y crea mundos para los valores.

— Aquí una vez renuncie a seguir, realmente todo lo que somos o queremos hacer reside dentro de uno. Tú debes sentirte igual en el lago...

Hubo una pausa prolongada.

—Debo irme—le dijo la Dama del Lago levantándose.

Luego de unos momentos el encapuchado se levantó y buscó el cuaderno. Entonces abrió un portal y quedaron ambos viéndolo por unos instantes cuando la dama decidió continuar.

—Gracias— le dijo la dama y entró cerrándose el portal.

El encapuchado entonces se sentó en el suelo cuando sintió dentro de sí la voz del Árbol Eterno poniéndose en pié nuevamente. Entendió su mensaje y se dirigió hacia allá. El árbol lo estaba esperando.

—Ya veo que lograste vencer tus sombras—le dijo el Árbol Eterno.

—Todo gracias a ti y a ellos.

—Realmente las gracias son solo a ellos. Yo solo pronuncio palabras escritas en tu alma. La atención de los seres esta en ustedes. Tendrán muchas trampas en el camino y gracias a ello no caerán porque para hacer algo grande se necesita una razón.

Ya poseo una razón.

—Pero no la certeza de lo que harás. Tu me pediste mi sabiduría, pues te la ofreceré en dos encomiendas. Perpetua nuestra existencia y busca ya espacio en el cuaderno.

El encapuchado abrió rápido su cuaderno y esperó las encomiendas.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #20

jueves, 29 de julio de 2010

La Lucha por su Esencia

Se encontraba el encapuchado con la espada en mano tratando de alcanzar a la Dama del Lago. Ella agarró una piedra y la lanzó a Miedo golpeándolo fuertemente en el cuello. Miedo volteó y mandó a sus criaturas contra ellos. Entonces la Dama del Lago recogió un pedazo grueso de rama en el suelo y comenzó a atacar a las criaturas con fiereza.

— Realmente eres una ilusa. Tu no puedes enfrentarnos— le dijo Miedo a la dama.

—Mientras pueda luchar lo haré— le dijo la Dama del Lago.

—No sabes a lo que te enfrentas. Cada golpe que das es inmune a nosotros. Yo soy tu realidad—le dijo Miedo y por unos instantes desconcertó a la dama con su mirada y la dejó en el suelo.

Miedo iba a atacarla pero el encapuchado lo alcanzó con su espada y lo hirió letalmente. Esto hizo que perdiera sus fuerzas y poco a poco parecía desvanecerse en sombras.

—Siempre me tendrás a tu lado— le dijo Miedo dirigiéndose al encapuchado y terminó por desvanecerse completamente.

Hubo un silencio por unos instantes y todo parecía haber acabado pero el encapuchado se mantenía en silencio. Sabía que no era así. En esos momento apareció un golpe aparentemente de la nada hacia el encapuchado el cual esquivó con un salto de la lado con gran habilidad. Pudo ver que provenía de Pereza y este se lanzó otra vez hacia el encapuchado y este esquivó todos sus golpes.

—Ya se acabó, tengo que seguir mi misión— le dijo el encapuchado.

En ese momento, Pereza le lanzó otro golpe como para aplastarlo pero entonces el encapuchado detuvo sus enormes manos con su espada. Pereza pudo sentir la determinación del encapuchado.

—No puedes seguir, tu misión es imposible, es mejor que vivas seguro— le dijo Pereza e hizo a aparecer a Duda.

Duda apareció en nieblas hacia el encapuchado poniéndolo pensativo. El encapuchado comenzaba a perder fuerzas en la mano con la que resistía las manos del Pereza. Entonces apareció la hada y ataco a Duda. A su vez se lanzo, algo jadeante, el gnomo a atacarlo y alejaron a Duda. El encapuchado sintió entonces con mas fuerzas el apoyo de sus amigos y se lleno de valor.

—No hay nada seguro en la postergación— le dijo el encapuchado y se soltó de Pereza.

Rápidamente se lanzó entonces a Pereza y con todas sus fuerzas atacó provocando que se desvaneciera una parte del ser. Pereza parecia tener furia pero cedió a desvanecerse lentamente.

—Tu volverás a mi— le dijo Pereza antes de desvanecerse completamente.
La Dama del Lago se levanto del suelo y se dirigió hacia el encapuchado al igual que el gnomo y la hada. Cuando estaba cerca de el, el encapuchado volteó y comenzó a ver a Vicio que se encontraba a lo lejos. Al darse cuenta Vicio de ser visto este se desvaneció a si mismo.

— ¿Ya los eliminaste?— pregunto la dama.

—No, a ellos sólo se les puede vencer. Su fuerza es nuestra debilidad. Estuve mucho tiempo alejado de mi camino y ahora, gracias a ustedes, vuelvo a el.

Al decir esto el encapuchado se quedó pensativo cuando el gnomo le entrega nuevamente el cuaderno al encapuchado.

—Vayamos a la base, empecemos a restaurar lo olvidado.

El encapuchado asintió y juntos se dirigieron a la base.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #19

miércoles, 28 de julio de 2010

Confrontación de las Sombras

Se encontraba el encapuchado ajeno a lo que ocurría con el gnomo. Todavía se encontraba sentado sobre las raíces del Árbol Eterno pero se notaba ansioso. Le preocupaba que no hubiesen aparecido con su cuaderno y decidió levantarse e ir con ellos. Justo cuando se iba a despedir comenzó a escuchar movimientos de arbustos y fue contento hacia allá. Grande fue su sorpresa cuando no vio al gnomo y menos al hada. Era una figura humana femenina que rápido reconoció y cargaba consigo su cuaderno.

—¿Qué haces aquí?—preguntó el encapuchado algo extrañado.

—Tu hada me trajo hasta acá— le dijo la Dama del Lago y le entregó el cuaderno— Creo que esto es tuyo, ¿qué está ocurriendo?

—Eso quisiera saber, salieron hace unos instantes por lo que debió haber ocurrido algo. Acompañame, iremos a la base— le respondió el encapuchado cuando abrió su cuaderno y creó un portal hacia la base.

Ambos cruzaron el portal y se encontraron frente a la base y de allí se podían ver las criaturas de las sombras algo lejano a ellos. Ambos se escondieron y bajo la dirección del encapuchado comenzaron a aproximarse silenciosamente. Mientras tanto, el gnomo se encontraba algo agotado de luchar. Se estaba enfrentando a todo el batallón de seres oscuros por su propia cuenta. Es entonces cuando una llamarada de fuego vino en su auxilio quemando a algunas de las criaturas de Miedo. El gnomo continuó luchando con más fuerzas cuando no pudo esquivar un golpe del enorme ser Pereza que lo lanzó hacia una roca. Estando allí, Miedo corrió para lanzarse y atacarlo con sus garras cuando una fuerza de la nada empujó el cuerpo del gnomo a un lado. Al ocurrir esto, Miedo no pudo detenerse y sus garras terminaron cortando grandemente la roca.

—Se que estas aquí— comenzó a decir Miedo— ¿por qué no te muestras?

Las palabras de Miedo cayeron al vacío mientras se escuchó un gran silencio perturbado sólo por el viento. Mientras tanto, el encapuchado logró rescatar al gnomo sin ellos percatarse y la hada pareció desaparecerse pero realmente fue junto al encapuchado. Estando todos allí y los seres aun sin descubrirlos, el encapuchado decidió abrir un portal para huir de allí. Iban a huir cuando la Dama del Lago intervino.

—¿Que son esas cosas?— preguntó la Dama del Lago.

—Son seres oscuros, se alimentan de nuestra renuncia a nuestras pasiones y ahora se han apoderado del lugar donde vivo— le respondió el encapuchado conduciéndola al portal.

Pero entonces la Dama del Lago se resistió a seguir.

—No, debes enfrentarlos— le dijo la Dama del Lago

— Imposible son muchos— respondió el encapuchado ansioso.

—Tu tampoco eres poco, ¿o acaso entregarás todo lo que te hace ser tu? No, ahora mismo vas y los enfrentas— casi ordeno la dama y se dirigió a los seres.

Al ver esto, sus manos temblaron por unos instantes pero entonces agarro su cuaderno y materializó su espada.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #18

domingo, 25 de julio de 2010

Los Guardianes

Se encontraba el encapuchado con las dos hojas y la semilla que le ofreció el Árbol Eterno en sus mano. Vio tan delicadas sus hojas que decidió guardarlas entre las páginas de su cuaderno.

—¿Dónde esta mi cuaderno?— se preguntó el encapuchado buscándolo.

—Se quedó cerca de la base. Lo escondimos porque Pereza lo anda buscando. Debes enfrentarlo ya— le respondió el gnomo.

A tales palabras, el gnomo le hizo señas a la hada y se perdieron entre las malezas. Nuevamente el encapuchado se encontró solo con el Árbol Eterno.

— Mis Guardianes, ¿cierto?— le preguntó el encapuchado con notable alegría.

—Muy cierto, cada ser nace con guardianes que los conducen y los protegen. Los guían por su camino mostrando su potencial. Son grandes espíritus que se desarrollan junto a la nuestra. Usualmente toman roles de amigos pero otras veces obtienen roles de seres realmente extraordinarios y mágicos— contestó el Árbol Eterno.

Mientras tanto, el gnomo y el hada se aproximaban cautelosamente hacia el escondite donde habían dejado el cuaderno. entonces escucharon ruidos y decidieron esconderse. Pudieron ver la enorme figura de Pereza buscando por todos lados. Al momento escucharon otros pasos y vieron a Miedo con sus criaturas de las sombras buscando el cuaderno también. Esto atemorizó bastante al gnomo y Miedo sintió su presencia rápidamente. Se hizo el desentendido por unos instantes y luego de hacer señas las criaturas de las sombras, estos descubrieron al gnomo y el hada. En ese momento el gnomo decidió luchar pero lo aguantaron fuertemente . Por otro lado, el hada logró escapar y huyó de todo aquello. Al gnomo lo ataron y las criaturas los rodearon. Pereza, Miedo, Duda y Vicio se acercaron a interrogarlo.

—¿Dónde esta su cuaderno?— preguntó Pereza al frente de los demás.

—Oculto. Ustedes no podrán detener que continúe su misión—respondió el gnomo.

—¿No? Pensé que ya lo habíamos hecho— intervino Miedo en burlas— De hecho, debemos soltar a esta diminuta criatura. No queremos que deje de cumplir cuidar a su amo.

Al decir esto, Miedo desató al gnomo.

—Llévanos a donde se encuentra el chico— le ordenó Miedo.

El gnomo se negó.

—Entonces, ¿qué más puedes hacer? Puedes buscar su cuaderno y lo obtendremos. No tienes otra alternativa.

—Sí— le respondió el gnomo molesto—¡ La de luchar!

Entonces comenzó a luchar con suma eficacia contra los seres y muchos apenas podían alcanzarlo debido a cómo se escabullía.

Mientras el gnomo luchaba por el encapuchado. La hada logró evitar a las criaturas de las sombras y obtuvo el cuaderno. Apenas podía alzarlo por su tamaño y arrastró con esfuerzo lejos de allí. Algo cansada, la hada abrió el cuaderno y pasó algunas páginas cuando luego de tocar lo escrito la hada extendió su mano y abrió un portal por donde se metió con el cuaderno.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #17



sábado, 24 de julio de 2010

Propósitos bajo el Árbol Eterno

Era ya de noche, y el encapuchado continuaba recostado del Árbol Eterno. Aun meditaba toda su vida recordando los momentos en que escuchó por primera vez al gnomo. Cuando descubrió su misión y creó en su cuaderno nuevos mundos. Entonces recordó cuando poseia una fuerza ilimitada para crear y como luego, al descubrir y luchar contra los seres Miedo y Vicio perdió su capacidad. Tras meditar esto, comenzó a pensar si su pérdida del camino fue gracias a estos seres.

—¿Qué meditas tanto?— le preguntó el Árbol Eterno al encapuchado quien se alarmó al escucharlo.

—Pienso el por qué no puedo aun continuar el camino como una vez lo comencé.

— ¿Qué meditas tanto? Tu misión aun esta inconclusa. Tu deber es continuar el sueño que se te fue impregnado en tu ser.

—Antes lo podía todo solo y me aventuraba con el gnomo y luego con la hada a cada misión con valentía en búsqueda de conocimientos que me ampliaran mis poderes.

—¿Qué sucedió con esos conocimientos?

—No me fueron suficientes. Sabía qué hacer pero no podía continuar. Tener los conocimientos no fueron suficientes.

—Todo cambia, y tu etapa de comienzo ya lo atravesaste. Caíste en las sombras de tu nueva etapa y ya estas en la transición de tu luz. El momento en que te enlazas a otra historia. Antes tu no estaba enfocada a ti. Pero ahora, todo se centra a tu propia leyenda. Encontraste lo que una vez pensaste que necesitabas abriéndote paso a continuar el sueño.

—No siento poseer las fuerzas para ello— dijo el encapuchado con el rostro bajo.

—Tus Guardianes y la hoja que se encuentra junto a la tuya te las otorgarán.

A tales palabras, escuchó unos pasos aproximarse. Esto alarmó al encapuchado y se levantó rápidamente. Entonces, de entre los arbustos del bosque apareció el gnomo un poco torpe y junto a él, volando y no emitiendo ruido alguno, el hada.

—¿Dónde rayos estuviste metido en todo este tiempo?— preguntó el gnomo exhausto.

—Justo aquí— le dijo el encapuchado un poco más enérgico.

En ese momento, de Árbol Eterno cayeron dos hojas atadas entre sí y cayeron frente a él sobre una aparente roca rojiza. Fue a recoger las hojas del suelo cuando se dividieron ambas por su unión. Entonces pareció escuchar al Árbol.

—"Esas hojas representan a ustedes y su unión. Esa bajo de las hojas es una semilla de este viejo Árbol que soy. Protégelas, que su unión ya esta escrita y esto une todos los propósitos"— le dijo el Arbol Eterno volviendo a mencionar cosas que apenas el encapuchado comprendía.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #16


martes, 13 de julio de 2010

Encuentro con el Árbol Eterno

Se encontraba el encapuchado en su base frente al enorme ser Pereza. Pensó por unos instantes ignorarlo y seguir pero entonces Pereza lo golpeó fuertemente dejándolo en el suelo. Nuevamente se encontraba en el suelo, causado por este ser del que no se podía librar. Se sentía cansado, dolido, soltando lágrimas que humedecían el suelo. No podía percibir su hada y el gnomo apenas podía ayudarlo tratando de luchar con la criatura.

—"No puedo, no puedo, no puedo"— se decía a sí mismo el encapuchado llorando.

Pronto comenzó a sentir una presión intensa causada por su frustración. Esto no lo dejaba respirar cómodamente. Sus pensamientos no permanecían quietos. Miles de cosas aparecían en su mente. Con las fuerzas que permanecían invisibles para él, un impulso lo hizo levantarse y con todas esas fuerzas huir hacia la espesura del bosque. Pereza pareció perseguirlo pero lo había perdido de vista. El encapuchado había empeñado todas sus energías en huir sin apenas conocer a donde se dirigía hasta que no pudo más y se detuvo. Su corazón no paraba de latir.

Comenzó a sentirse despierto cuando se percata de su alrededor. Se encontraba en un claro en la espesura del bosque. Entonces pareció sentir una presencia y notó un árbol gigante que resaltaba de entre los demás. Este se encontraba en la frontera de donde terminaba el bosque y comenzaba una extensa área de pastizales. El encapuchado sintió la necesidad de acercarse al árbol. Al estar frente a él, decidió recostarse de su tronco. Observando entonces el increíble follaje del árbol quiso comunicarse con el árbol de gran tamaño.

—Sin duda has visto pasar un gran número de historias alrededor tuyo. Has visto el linaje de cada planta y cada criatura de estas áreas. Debes ser un Árbol Eterno—le dijo el encapuchado y después continuó.— Sólo quisiera que me ayudes con tu sabiduría.

Entonces pareció escuchar al árbol dentro de sí.

—"Llevo años en este lugar. Poseo muchas historias bajo mi esencia que es la Armonía. En cada hoja se encuentra la historia de cada ser. Vos tienes una tarea muy poderosa. Harás algo fuera de lo común. Pero para ello necesitas Amor. Tu Inspiración te conducirá. Aquel rostro esta muy atado a tí y su lazo es muy intenso. Su deber es fortalecer y mantener ese lazo. Háganlo, pero debes continuar tu sueño. Esa es la clave de todo. Pronto se aclararan mis palabras"— le dijo el Árbol Eterno y se quedó en silencio.

El encapuchado se quedó confuso con estas palabras y se quedó meditando donde lo cogió la noche. Tenía en su mente a la dama del Lago.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2010 © #15